Olofin tenía mucho apetito en aquellos días; por eso, antes de
marcharse a su paseo matinal, le encargó a Oyá, la dueña de la centella y de la justicia, que le preparara un suculento plato de amalá con mucha cascarilla de huevo.
Oyá se entretuvo en los trajines de la casa y fue dejando para después el encargo de Olofin, que terminó por olvidar del todo.
Cuando Olofin regresó fatigado de la larga caminata llamó:
–Oyá, ¿dónde está el amalá con efún que te encargué?
Y la mujer, que se dio cuenta de su imperdonable olvido, tuvo que responder:
–Kofiadeno, Babá, lo olvidé por completo –mientras se arrodillaba delante de Olofin con las manos en las sienes. www.lucumionline.com
Cuando Olofin regresó fatigado de la larga caminata llamó:
–Oyá, ¿dónde está el amalá con efún que te encargué?
Y la mujer, que se dio cuenta de su imperdonable olvido, tuvo que responder:
–Kofiadeno, Babá, lo olvidé por completo –mientras se arrodillaba delante de Olofin con las manos en las sienes. www.lucumionline.co
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